
Cuentas los vecinos de la familia que el lunes de la semana que transcurre, parecía que iba a ser un día normal como otro cualquiera en la humilde barriada Puertoplateña, las personas dirigiéndose a sus respectivas actividades cotidianas, con sus afanes y aspiraciones que envuelven a los dominicanos que día a día tratan de vencer las adversidades que se les presentan, para seguir hacia delante.
Pero que sorpresa, los padres de la hoy niña muerta, en su tierno interior amoroso, con ese sentimiento de protección, muchas veces obsesivo, y como estaba agripada, le comunicaron a la infante que no podía ir a la escuela, para que no fuera a atrapar un resfriado que agravara su ligero quebranto, a lo que su vástago se negaba, pero que tuvo que obedecer al fin.
Lo que mostraba un cuadro familiar común y corriente, mas pensando que casi la mayoría de los muchachos tratan de buscar infinitas excusas para “ curarsela’’, el impedimento de los progenitores, no iba a tener ninguna repercusión futura, pero que va, el funesto resultado se vivió casi en lo inmediato, cuando la niña Claribel toma la funesta decisión, tal vez, pensando en lo que se perdería de jugar con parte de sus compañeritas de clases, las decenas de vueltas y correderas que haría en los contados minutos de recreo, lo que iba a comprar con el dinerito suministrado por los padres, los retozos, las aladeras, en fin, todo ese mundo de inquietud infantil que se expresa cuando se está en compañía de pequeñines como ella, quizás, eso peso mas, que quedarse en su casa luego de un posible tedioso fin de semana.
Fuente.: http://www2.elnuevodiario.com.do
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